REEM Volumen 1 N°2 - Editorial
Autonomía e identidad: un nuevo horizonte para la Kinesiología

 

Por: Equipo Editorial REEM.

 

 

Más de medio siglo de historia completa la Kinesiología. Una marcada por la poca autonomía y relegación. Los profesionales de esta área siempre han estado a la sombra de otros, en un inicio de los profesores de educación física y, a partir de 1959 de los médicos.

Una situación que se ha arrastrado y ha hecho mella en el sistema de salud. Si bien este proceso evolutivo ha sido importante vivirlo, pues incorporó la experiencia en contextos de disfunción, implicó que otras áreas de la salud instrumentalizaran el papel del kinesiólogo pues tareas que eran consideradas problemáticas para los médicos eran derivadas. Además, se generó un vacío en el área educativa de la cual los kinesiólogos deben hacerse cargo en algún momento.

El código sanitario no da exclusividad en la prescripción de procedimientos kinésicos, aunque son los expertos de este ámbito los que realmente tienen la formación científica, los fundamentos teóricos y la capacidad de análisis para incorporarlos a la práctica de acuerdo a la individualidad del paciente.

Detectar la disfuncionalidad de una persona y manejarla, es una de las virtudes del kinesiólogo que otras carreras no tienen. Sin embargo, actualmente el médico es quien decide y prescribe los tratamientos aunque, en muchas ocasiones estén contraindicados. Una situación que, si bien no es exclusivamente chilena, difiere de lo que se vive en países como Australia, Estados Unidos, Colombia, Brasil, Bélgica, entre otros.

El paciente tanto del sistema público como del privado debe gastar no sólo tiempo si no dinero en una consulta en la que le pueden determinar un procedimiento errado, pues un mismo diagnóstico médico en dos personas puede involucrar dos diagnósticos y pronósticos kinésicos distintos. La salud y la función son dos aspectos diferentes que no han sido tomados en cuenta en la legislación chilena.

Ante este panorama los kinesiólogos están con las manos atadas y con grandes limitaciones para poder actuar. Pero la responsabilidad no sólo es de la ley ni de los profesionales de las demás áreas de la salud. Los kinesiólogos deben hacer un mea culpa en ese sentido. Aún no se ha generado un debate a nivel nacional en torno a la importancia y la urgencia de la autonomía para el gremio.

Hay que volver la mirada hacia el interior de la kinesiología. Generar una identidad propia, no sólo gestada por la pasión del ejercicio sino con fundamentos científicos y metodológicos. Este no debe ser un capricho gremialista. Chile requiere un profesional diferente, con una mirada que capture la riqueza de la educación, el movimiento y la enfermedad y los proyecte como un derecho a las personas que tienen disfuncionalidad.

La kinesiterapia no puede ser el único aspecto a desarrollar, es más, el valor agregado que puede generarse es altamente útil socialmente. Involucraría menores costos para la población, facilidad en el acceso al profesional a través de un diálogo directo que no sólo se limita a una simple revisión sino que incluye un seguimiento kinésico en el que se garantiza un tratamiento personalizado para generar un cambio en su disfunción.

Esta visión podría ser sólo un llamado de atención, sin embargo la adhesión de las escuelas de kinesiología a nivel país, podría derivar en una revolución en las mallas curriculares, sin olvidar que esta implicaría una mayor responsabilidad y compromiso al enfrentar el ejercicio profesional.

¿Qué tipo de kinesiólogos son los que se están formando actualmente? ¿Hasta cuándo el gremio va a permitir que la autonomía siga siendo un aspecto lejano? ¿Los nuevos kinesiólogos están dispuestos a seguir trabajando al alero de otros? Preguntas que REEM deja planteadas con la esperanza de obtener una pronta respuesta.

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