REEM Volumen 9 N°2 - Editorial
Carta de La Academia

 

Por: Colectivo Nemugún Kine.

 

 

Hace algunos meses una inserción periódica subordinada a los poderes fácticos llamó la atención con respecto al cuestionamiento académico que se debería enrostrar a la Dra. Elisa Loncón Antileo en el contexto de aplicar la normativa de la transparencia pública. Tales supuestos aludían a la necesaria auditabilidad que la Dra. Loncón, debería demostrar en una suerte de examen urgente e imprescindible para la credibilidad ciudadana.

La pregunta competente, sería ¿ante quién rendir cuentas? ¿Ante la élite?, ¿Cuál élite?

…La Política,

…La Empresarial,

…La Militar,

…La Eclesiástica,

…La Periodística,

…La Judicial,

…La Intelectual,

…Pero si estos “son los mismos perros con distintos collares” diría José de la Riva-Aguero y están todos envueltos en su estiércol de privilegios acumulados por años de contubernios pactados. Están coludidos…están enfermos de sinvergüenzura elusiva, fueron educados discriminadamente bajo los mismos códigos espúreos: blancos, cristianos, occidentales, lujuriosos, de intolerancia étnica, de normalización leguleya para la usurpación de las tierras, y todos amparados por los pagados doctorados de Cambridge- Harvard y Chicago.

Entrenados en el menosprecio de lo popular, de lo negro, de la sabiduría ancestral, de la naturaleza, de los afectos, de lo social, de la diversidad colectiva. De todo aquello que les recuerde que provienen sin distinción aria alguna, de las estrategias de sobrevivencia milenaria, que tienen la dependencia de una madre indígena, que no logran comprender que el planeta se salva solo bajo la reflexión mítica de la tribu y que no se trata de intentar la salvación de los herederos adquiriendo las primeras parcelas en Marte.

Pero su radical ideología neutra, aséptica, enana, y camaleónica no logra penetrar el hilo conductor de este gran pueblo de flojos morenos, que han dado muestras universales insignes de valor literario, sociológico, deportivo, político, artístico y filosófico. Solo les queda como obedientes becerros del bigcoin ejecutar acorde a sus predestinaciones, el ataque artero a las organizaciones sociales, a los símbolos, a los dirigentes, a los valores, y a sus representantes. Y cuando su sed visceral instintiva cerebral de la ley darwinista del orden, el mercado y la seguridad interna, todavía les mantenga en su arco mono-reflejo. Solo les queda activar al asalariado ejército comunicacional siempre dispuesto a torcer cualquier atisbo de verdad que huela al “otro”, al “distinto” de sus amos.

Y en esta específica oportunidad los críados del Doonie Edwards, tenían por ordenanza destruir al origen de lo único que ha guardado el “santo grial” de la razón: la Universidad y sus académicos. Si hablo de académicos, no de gana panes con factor de impacto o de pulcras ratas que ven en su producción “científica” la mutación eterna de un guión protocolizado de microrealidades, explicadas como fenómenos universales solo comprobados en un estandarizado laboratorio de entelequias.

Pero olvidan que aún la maquinaria neoliberal no puede engullirlo todo, a pesar de su descomunal hambre fagocitica. En la academia aún existe la decencia, aún perduran los sueños que cargan de sentido a los espíritus mansos, aún se practica el humanismo, la solidaridad, aún se educa para revertir el poder hegemónico del capital cultural, económico y social de los privilegiados. Aún, se cree en los valores superiores de la humanidad algo que jamás entenderá la casta mercantilista.

Por esto, saben muy bien que atacar a la Dra. Loncón es insistir en un plan al cual recurren cada vez que se quedan sin el control de sus élites o cuando sus bastardas huestes no logran ver su colonizada estrategia fracasada.

Como dijera el filósofo director de un departamento de una universidad regional:

“Elisa les enrostra, desde su forma de hablar, vestir, existir y deambular por el mundo,
su pigmeísmo intelectual, su ríspido mercado/léxico y la amenaza de que su membresía
oligárquica se vea debilitada en su hegemonía de cara a esta mujer. Nada tiene
que ver aquí con fenómenos asociados a la transparencia o a la rendición pública de
dineros. Es un asunto de clase, de aporofobia y de racismo”.

…Aún tenemos patria ciudadanos.

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